Cerrado, sellado, entregado

Por alguna extraña razón, cada vez que me propongo cerrar el tema algo se interpone. Algo urgente, más importante, o más interesante. Husos horarios, falta de crédito, trabajos atrasados en la facultad, compromisos varios… no sé por qué, pero es como si ya fueras parte del pasado y sin querer la vida se hubiera encargado de cerrar lo que insisto en querer palabrear. Y pensar que me puse en filosófica y en pseudo valiente y decidí llamarte y todo. Pero no contestaste, y eso que no era muy tarde.

Lo que te quería decir te lo puedo decir acá: rompiste algo en mí que no pudiste arreglar nunca. Y ya no importa. Porque al romperlo dejaste abierta una grieta por la que me escapé y ahora soy libre y feliz. O por lo menos libre. La felicidad absoluta no existe en esta vida y la momentánea viene a visitarme cada tanto, como a todos. Pienso una y otra vez en la cantidad de cosas que me gustaría decirte y después me doy cuenta que arruinaría este acuerdo tácito que se dio para hacer más real esta desunión.

Me enojé, me indigné y hasta me entristecí en cierto punto, porque vi que no solamente no eras quien me esperaba que fueras, sino que además me di cuenta que eras igual que el resto. Por algún fotolog leí un título así como “no te decepciones ni te sorprendas, son sólo personas”. Esto es muy cierto y además es un hecho que olvidé por completo. Fuiste muy bueno en muchas cosas y muy insensible o egoísta en otras. Yo también. Si es por ser víctimas estamos iguales. Las relaciones son contiendas de iguales.

No me arrepiento de nada, ni siento que haya quedado nada por hacer. Sin embargo, este experimento que es “estar vivos” es demasiado complejo para poder resolverlo en dos semanas. No es aceptar derrota el reconocer el alcance real de un beso, de un gesto y de una palabra, por más cursi que pueda parecer. El capítulo que me hubiera gustado cerrar juntos se cerró esa tarde, cuando nos dijimos adiós y me senté a esperar a llegar a mi casa. Lo cerramos juntos, pero sin darnos cuenta.

Buenos Aires me importa, ¿y a vos?

Mucha campaña electoral, pero hace un mes que colapsó una esquina entera entre las avenidas Santa Fe y Callao (al punto que se ven los cimientos de un edificio) y nadie hace nada. Prosperaron más los vallados y las planchas de madera para que la gente circule que un plan concreto para arreglarla.

Sé lo que está pasando: antes de averiguar presupuestos ni nada hay que ver a quién le cae el muerto… quién gane el 3 de junio paga. Pero menudo muerto le va a caer si la gente se electrocuta durante una lluvia de esas que inundan todo. Hasta qué punto somos desidiosos con lo que es nuestro…

Ni hablar del acto de vandalismo perpetrado en la estación de Constitución esta tarde. Fuego, señales volando, enfrentamientos con la policía. ¿Cuán violenta y desquiciada se puede volver una población? El laburante que sólo quería llegar a su hogar no sólo no lo logró sino que además tuvo que comerse este garrón.

¿Por qué nos importa tan poco el otro? La estación es de todos y estaba recién reciclada. La suspensión de los dos horarios de trenes perjudicó a muchos, pero los hechos de hoy perjudicaron a todos. ESTARÍA BUENO que alguien tomara una ACTITUD POSITIVA y se preocupara EN SERIO…

¡N.E.P.B.!

Lo digo y lo repito: estoy sufriendo la escasez de paciencia y se me agotan las ganas de hacer de cortesana de las gansadas del resto. Después de todo, nadie es cortesana de las mías y ni siquiera pido que alguien lo sea. Lo que más me saca de quicio (porque, si bien es cierto que sacarme de quicio es fácil, esto acelera el proceso), es la gente que actúa como si lo más normal fuera que el mundo diera vueltas a su alrededor. ¡Sorpresa! El mundo gira alrededor del Sol que, contrario a lo que estas personas puedan creer, es una estrella, no una extensión de ellas mismas.
Puedo parecer reaccionaria o agresiva sin una razón en concreto, pero la experiencia me indica que este humilde espacio cibernético es más visitado de lo que yo puedo imaginar, de modo que me voy a ahorrar la roña y las razones que tengo para decir lo que digo las daré a las correspondientes personas a su debido tiempo. ¿Viste como aprendo? Aprendé vos también.
En definitiva es un problema de carácter. De la falta o del exceso de él. Por un lado, yo no tengo ganas de complacer los caprichos de otros, estoy muy vieja para empezar a hacer lo que no hice nunca. Por otro lado, pareciera ser que también hay escasez de madurez. Sólo porque las cosas no vayan bien o no salgan como a uno le gustaría no quiere decir que el resto tenga que suprimir sus planes, sus rutinas o sus deseos para atender a nuestros reclamos. No se le reclama a la gente aquello de lo que sólo uno se puede hacer cargo.
¡Basta de consumir el tiempo ajeno! ¡Basta de pedir a la gente que coree estupideces! ¡Basta de disponer de la vida del resto como si ese fuera el orden natural de las cosas! Y, si tanto te cuesta entender que mi vida no gira en torno a la tuya, léelo bien:

¡NO ESTOY PARA BOLUDECES!

Calles de soledad y fuego

La violencia juvenil ataca a todos los sectores de la sociedad, pero hace estragos en la capa más baja. Para la Justicia, los jóvenes en situación de calle que se vuelven violentos y delinquen representan un verdadero desafío social. María Pérez Roller, psicóloga del Tribunal Nº1 de Retiro que recibe los casos de menores que han sido elevados a juicio oral, expone la situación: “Muchas veces los chicos llegan con un tiempo de internación en institutos de menores que es contado como tiempo de detención, por lo que puede ser que se le de por compurgada la pena”.
Pero a la vez aclara que “no se sobre entiende que un chico esté en el Agote (a donde van a parar los casos más pesados) haya venido de otros institutos”. Las razones que tienen para usar la violencia mutaron con el paso del tiempo: “en una época se veían más casos de banditas de dos o tres que salían a robar por diversión”, recapitula Pérez Roller, a cinco años y medio de empezar a trabajar en el Tribunal. “Ahora son causas más pesadas y hay muchos homicidios en situaciones de robos. Todos con armas”.
Las causas de esta escalada de violencia entre los jóvenes van desde lo económico y social hasta una identificación con un familiar o referente social que estuvo o está detenido por un delito. Otra razón, quizás la más relevante, es la influencia de la pasta base, el paco. “Ahora es moneda corriente”, explica Pérez Roller, “y en dos meses están quemados. La poca capacidad de reflexión que tenían hasta el momento se fue con la droga”.
La realidad que se lee en los expedientes del Tribunal está llena de historias de familias disgregadas o inexistentes, de padres ausentes y madres que trabajan de sol a sol. “El chico es síntoma de su familia”, sentencia P. Roller, “Hay que ver si se lo incluyó desde niño en la sociedad. Una persona que siempre estuvo sola no puede reinsertarse en la sociedad porque nunca estuvo del todo en ella.” Según P. Roller, no se trata de desculpabilizar al chico, sino de causarle la responsabilidad, que es parte de crecer. Además, hay que ver cómo es la cultura que rige la norma. “Los códigos de la villa son muy distintos: para los pibes es más importante tener un par de zapatillas de $400 que comer a la noche y arriesgarían su vida por eso.”
Parece evidente que la cultura en la cuál está inserto el joven también tiene que ver con su recuperación: “Vos podés llegar a reencausarle la vida, pero después tenés que programársela en el afuera. Uno se va apropiando de uno mismo cuando otra persona le hace sentir desde chiquito que es importante. Estos chicos, en cambio, crecieron a los golpes y cada vez que cometen un delito es un llamado de atención para nosotros”.