La edad de esplendor

Al igual que en 2009, éste año se viene lleno de fechas importantísimas para gente que me rodea, sobre todo para los que están en pareja y se casan. Feliz de la vida al ver como ellos arman sus vidas, voy a ir a por lo menos tres casamientos (aunque me debo estar olvidando de contar alguno).

Por eso, el tema surgió el viernes a la tarde, cuando fui a tomar el té a lo de mi tía Sari (léase, coca lait y sanguchitos). Ella me preguntó si ya tenía listo los vestidos que usaría para las fechas mencionadas. Le dije que no, y que si compraba uno lo usaría tantas veces como pudiera.

Me encontró razón, pero acotó:

-A ésta edad, vos tenés que ser la reina de Saba, estar espléndida. Compráte pilchas, tenés que estar pipí-cucú -me aconsejó. Según ella, después de un tiempo el estilo de una mujer puede mejorar, pero su belleza no será la misma a los 25 que a los 50.

-Después, cuando tenés mi edad, ¿qué importa? Ojalá yo hubiera sido así a tu edad... Me debería haber empilchado más -confesó.

-Pero hay gente que "envejece con gracia"... -quise argumentar.

-Sí, pero ya no es lo mismo, la edad para estar espléndida es ahora -retrucó.


-¿Cómo hacían ustedes? (N. de la A. Sari es hermana de Mamá Chan)

-Mamá hacía lo que podía. Nos decía 'ponéte esto, que te queda bien' y nos lo poníamos. Nos compraba un vestido si veía que nos hacía falta, pero no era lo mismo.

"Claro", pensé yo, "si tu madre te elige la ropa no será tu gusto sino el suyo lo que sea vea reflejado, aún si es linda". Sari me explicó que, a mi edad, Mamá Chan y ella no se vestían con lo que elegían, sino que les decían qué ponerse. "¿Te elegías la ropa recién al casarte?", pregunté irónica. "Sí", contesó mi tía con toda naturalidad.

-Bueno -seguí con mi investigación -Me imagino a mamá vestida de jeans en una fiesta. ¿Se arreglaba? ¿Quién tenía más levante?

-No, sí se arreglaba... Ella tenía más amigos que yo, pero yo tenía más candidatos... Nunca tuve muchos amigos (varones). A ella sus amigos la querían mucho. -me contó.

-Eso confirma mi hipótesis de que la que más amigos tiene, menos novio consigue porque más la ven como "uno más" -repliqué.

-Sí, totalmente. Pero bueno, la edad para estar espléndida es ahora. Nunca más se va a repetir que tengas esta juventud, ni la cara ni el pelo...

***

Nota mental: el lunes empiezo el gimnasio y voy a comprarme un vestido.

Expiación porcina


A ver: resulta que el 15 de enero, o sea ayer, cumplió XX años la "cossita" que está en el medio de esta imagen, o sea, mi hermana Marita.

Y yo, típico mío, ¿qué hice? #FAIL comunicacional, como siempre. Se me pasó llamarla por su cumpleaños, lo que es muy flojo de mi parte. Como todo indicio de que mi frágil memoria reaccionó a los impulsos de la sinapsis escribí un escueto mensaje en Facebook.

Una cagada. Porque, para ser honestos, ella se merece más. Les explico por qué: mi hermana mayor me hacía la comida cuando era chiquita, no tan chica y hasta el día de hoy. Ella me cocina "más rico, más sano", con tal de que me caiga bien lo que como.

Mi hermana mayor me escucha sin juzgarme, sin demostrar cansancio o crispación por escuchar siempre los mismos cuentos... Y lo que es más, me hace una devolución instantánea. Con patadita en el coolo incluida siempre que haga falta.

En realidad, ella es una mezcla de hermana mayor y amiga, porque te va a poner de patitas en la calle cuando haga falta, pero al mismo tiempo te va a prestar apoyo incondicional (y a veces inconstitucional).

Básicamente, la chica es como un cachorro adorable, abrazable, querible y entrañable. Con todo y hocico mojado, orejas caiduchas y esa mirada tierna... ¿Saben a qué me hace acordar? Exacto.

En fin, como les estaba explicando, es muy flojo de mi parte que haya estado todo el día diciendo "la voy a llamar" y no lo haya hecho. Ok, la chica se fue a Puerto Madryn de vacaciones, pero existen los teléfonos, ¿no? ¡Sí!

Así que a cinco minutos de empezado el 16 de enero recibí una llamada de larga distancia a mi celular: era Marita, para hacerme una "escena", según ella, porque yo no había sido capaz de llamarla. "¡Y me llamó gente que no pensé que supiera cuando es mi cumpleaños, y vos que sos mi hermana no me llamaste!", me recriminó, con sobrada razón.

"Espero un mail de tres páginas", o uno largo, me asignó como toda prenda expiatoria. Y acá estoy, haciendo un intento de acto de contrición cibernética para ver si Mariten me perdona por ser un cuelgue incurable en la vida.

Apliiiiissss :D

Una flor en el culo

Hace una semana estaba comiendo el lo de José María (léase, padre) y él me comentaba sobre una mujer joven que lo precedía en una cola, creo que para un Rapipago o cosa parecida. A continuación, su descripción:

JM: ...Y yo no podía entender por qué se había vestido así... Digo, ¿no se vio al espejo antes de salir de su casa? Tenía puesto un jean apretadísimo que le marcaba el culo enorme y una camisa de floripondios que era un colorinche... ¿Por qué algunas mujeres se visten así? Era una chica joven, con un pelo negro enrulado, todo batido.

"Padre, con su sutileza de hombre y su sentido del estilo muy propio del gremio", pensé yo. Y la feminista en mí disparó:

Mafalda Chan: ¡Porque no se va a vestir de negro! ¡Porque se niega a parecer una monja culona vestida de negro, eternamente de luto, sólo porque se supone que ese color la hace más flaca! Es mujer, es joven y es gorda. ¿Y qué? Si quiere ponerse una flor en el culo, que se la ponga...

JM: Pero tenía los bolsillos del culo bordados con flores, todo...

MC: Bien por ella... ¿Sabés por qué se viste así? porque tiene derecho a vestirse con colores si quiere. Debe estar harta de entrar a todas las tiendas donde las vendedoras seguro que la miran con la nariz fruncida y cara de "ésta no es una tienda de talles 'especiales', te equivocaste". Y no es justo...

JM: (risas) Sí, pero podría ser más discreta con ese tamaño...

MC: ¿Por?

JM: Por decoro.

MC: Porque es gorda. Si fuera flaca no lo dirías... Pero es gorda, y tiene derecho al color, y a las flores en el culo (risas de los demás comensales). Me parece perfecto. ¿De dónde salió esa manía de que las gorditas tienen que ir de luto por la vida?

***

No sé si fue el champagne o qué, pero simplemente me indignó el comentario de JM.

Ahora que lo pienso, es como si se tildara a una mujer (en especial a una de talle 44 en adelante) de "loro" sólo porque se entrega al color... Sí, la chica puede haber estado vestida con más colores que un guacamayo, pero, ¿hace falta que se vista de negro para que la sociedad no la juzgue por el tamaño de su humanidad? Es como enlutarse antes de la condena.

Las sirenas

- ¿Escuchás como sale el barco? -me dice en alta voz Mamá Chan desde su cuarto. Del otro lado de la pared, me detengo a escuchar el sonido en el ambiente e identifico las bocinas lejanas de la avenida y el suave ronroneo de un motor, como de aspas batiéndose.

- Son los barcos saliendo del puerto -prosigue madre, en su peregrimar a quien sabe qué recuerdo de la infancia junto al río. -Hace un rato se escuchó la llamada, la sirena del barco... Ahora sale. Son esos cruceros que vienen al puerto en verano y después siguen viaje -sostiene tozuda. -Quizás recalan en Montevideo antes- agrega.


"No", pienso, "no tiene fiebre". Tampoco puede ser el clima, porque sopla una brisa fresca, un bálsamo tras varios días de calor pegajoso y húmedo.

Nuestra casa, ubicada en un piso once, tiene la particularidad de una vista agradable y buena ventilación, pero dificilmente el aire nocturno traiga los ruidos del puerto de Buenos Aires, o se alcance a ver el contorno de un crucero perdiéndose en el horizonte.

Por más alto que sea un edificio en ésta zona de la ciudad, no se llega a ver el puerto, ni los muelles desde donde salen los buques a Uruguay.

Quizás desde lo alto de una torre muy moderna, y en un día despejado, se puede apreciar la imagen de un barco partiendo cargado de turistas y con extraños lujos como una pileta para navegar en el mar. Ya no viajan ni las vacas ni los baúles, aunque sospecho que todavía pasan desapercibidos de tanto en tanto los polizones.

No olvido que es más de medianoche, y que todo puede ser un sueño. Aún así, no creo que Madre esté alucinando. Sólo se sumerge un rato en sus recuerdos más preciados cuando la realidad la aburre. En cambio, yo escucho a lo lejos como se baten a todo lo que da las hélices de un helicóptero que sobrevuela la zona.

Quizás es el "Ojo en el aire"... o quizás puedo mantener la ilusión...

Maté a Sandro

Interior - Tarde - Casa de Mariten

Eran alrededor de las siete de la tarde de este 4 de enero de 2010, cuando la que suscribe y Mariten tuvieron la siguiente conversación, mientras miraban la pantalla de la laptop de M, donde una vez más los sitios digitales daban cuenta del delicado estado de salud de Roberto "Sandro" Sánchez, el Gitano.




Mafalda Chan: "Uh, que se muera de una vez"


Mariten: "¡No! ¿Cómo vas a decir eso? ¿Cómo lo vas a matar así?"

MC: "Y sí, ya está... ya es demasiado, demasiadas idas y venidas, ya está jugado, no da para más... ya fue Sandro"



Horas más tarde se publicaban las primeras necrológicas para el Gitano, un grande de América. Luchó durante años contra un efisema pulmonar, sobrevivió admirablemente más de un mes después de un trasplante cardiopulmonar, y murió hoy, a los 64 años de edad, en el Hospital Italiano de Mendoza donde estaba rodeado por su mujer, y sus nenas.

Ah, y creo que maté a Sandro, pero eso sería arrogarme demasiado poder, no?