Maldita la hora

¿Estas son horas de aparecer por acá? Te estuve esperando toda la maldita tarde. Toda la condenada semana, para el caso. Y llegás con la cara perlada de sudor, las mejillas coloradas y esa maraña indómita que tenés por pelo, que cae sobre tus ojos. No cruzamos las miradas hace tiempo. Me perturba la idea de lo que pueda encontrar al hacerlo.

Creo que no nos entendimos bien la última vez que hablamos. Jugamos a una pulseada verbal y nos salió mal. Te extrañaba, pero no extraño esto de vos. Ese vaivén frenético que te hace rebajarte por el placer de agradar. Te conocía con más altura, de alto vuelo. Cuando uno no tiene mucho, como en mi caso, no hay nada como mirar los logros del pasado.

Me dejaste, así que no tengo mucho éxito hace tiempo. Estoy, como se dice, con la mente en blanco. El ingenio ralo. La inventiva anoréxica, inapetente. Y vos llegás a esta hora y me tenés en vigilia por pequeñeces. Qué lo tiró. Ya no hay texto que te venga bien, no hay ni guión perfecto para que declames ni poesía que quieras cantar, nada. Sólo silencio sepulcral.

¿Cuándo te convencerás de que no sos mi inspiración sino la de alguien más? Dejá de venir de a ratos, a conformarme con muestras gratis de algo que no voy a comprar. Prefiero que desaparezcas un buen tiempo y quedarme sola y en silencio hasta que llegue lo que tenga que llegar. Que sea mío y no prestado. Para mí y para nadie más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Caramba!

He sentido lo mismo con un fantasma que no se va del todo.

Saludos.

VENUS dijo...

muy bien dicho ! ojala fuera mas facil la vida no?.